María Sánchez Galdó
Founder JustTalent
Eva Arteaga Díez
Directora JustTalent
CLIENTES
PARTNERS
“¿REALMENTE GESTIONAMOS EL TALENTO?”
Retos de Negocio siempre platean Retos de Talento
Ayudamos a la organización a definir el significado de Talento acorde con la situación y estrategia del negocio.
JustTalent define el Talento como una suma de variables diferentes que integran Resultados, Competencias, Conocimientos, Experiencia, Motivaciones, Trayectoria profesional, Desempeño… y se concretan en los perfiles óptimos para cada organización
Es una metodología de evaluación sobre los 4 factores predecibles del comportamiento y al complementar el perfil de Talento desde el punto de vista conductual, proporciona información para la toma de decisiones estratégicas sobre personas.
Los conflictos, en todos los ámbitos, suelen generar un estado de incomodidad generalizada. Y, si bien nos incomoda pensar en los que nos afectan a nosotros, nos deleita el comentar los conflictos ajenos.
Los rehuimos pero también nos atraen. Lo que está claro es que ejercen una influencia poderosa dentro de nuestra vida.
Es una influencia que nos arrastra y nos desequilibra; una fuerza de la que no podemos escapar, pero con una potencia y potencial que aún tenemos que descubrir.
Tenemos dos opciones: o abandonarnos a merced del huracán del conflicto, o bien posicionarnos de manera que podamos aprovechar conscientemente su fuerza.
Y es que, Si, el Lado Oscuro encierra una fuerza poderosa y que podemos gestionar a nuestro favor. Porque la Fuerza, independientemente del lado, tiene mucho poder; sólo tenemos que saber utilizarla.
Pero para ello, tenemos que prepararnos, entrenarnos y desarrollar nuestras habilidades como Jedis.
Cómo aprovechar la Fuerza de los conflictos:
Mirarlo de frente: para poder sacar provecho del conflicto, hay que encontrar el diamante en el carbón. Si sabemos que hay algo bueno en cada conflicto, tenemos que atrevernos a buscarlo.. aunque no vaya a ser fácil.
Descubrir el denominador común: ¿hay algo en mis conflictos que se repite? ¿tengo los conflictos con un tipo de persona determinada?, ¿o alguna situación concreta?.
Identificar y reconocer el gatillo: ¿qué es lo que exactamente me hace estar en conflicto? ¿qué sentimiento me genera?, ¿me siento atacado? ¿impotente? ¿ninguneado?
Incrementar mi fortaleza: el conflicto siempre te va a señalar la parte que necesitas fortalecer. Es tu responsabilidad trabajar en ella.
Afrontarlo de nuevo: con mi nueva fortaleza, la sensación de conflicto se habrá mitigado y nuestra capacidad de gestionarlos se habrá amplificado.
Para afrontar cada una de las fases existen herramientas y rutinas sólidas de entrenamiento.
El conflicto es nuestro gran Maestro y nuestro “Sparring”. Nos da las claves para gestionar mejor nuestra vida y nos entrena para ello. Si estamos dispuestos a descubrir la fuerza que tienen y estar dispuestos a recogerla, es una elección personal. Nadie dijo que fuese fácil, pero merece la pena.
María Sánchez Galdó
Profesional y personalmente emprendedora, encantadora y soñadora
María Sánchez Galdó representa para mí el prototipo de una gran profesional que además, y en tanto que mujer y por mucho que pensemos que han cambiado las cosas, ha tenido que demostrar con frecuencia que las apariencias engañan, sobreponiendo su talento por encima de su belleza.
Una mujer sencilla y llanamente emprendedora, luchadora, cuyo valor es ser siempre fiel a sus profundos valores, con honestidad, lealtad y profesionalidad. Para mí es un placer contar desde siempre con su generosa amistad.
Llevas 3 acentos en tu nombre a los que habría que añadir el granaíno. ¿Es también una seña de identidad?
Todavía recuerdo en mi primer trabajo, en Price Waterhouse, 25 años, presentando un informe a un Comité de Dirección. Cuál no sería mi sorpresa cuando vi que se reían, yo no entendía por qué. Paré y pregunté: “Perdón, ¿he dicho algo gracioso?” Y me dijeron: “No, es solo tu acento, que nos hace gracia”. En ese momento me di cuenta de que mi forma de hablar llamaba la atención fuera de Granada, no sé si para bien o para mal.
Es algo de lo que yo soy totalmente inconsciente en mi día a día. Así que respondiendo a tu pregunta, la respuesta es sí, entiendo que se ha convertido en una seña de identidad.
Lo de licenciarte en Derecho, ¿viene por vocación o por afición?
Viene por recomendación. Al estudiar Derecho primaba la memoria, las horas de estudio e intentar darle un sentido a todo, especialmente en Filosofía del Derecho. Recuerdo que, con Financiero (no se por qué), y Penal, porque era una ávida lectora de novelas de misterio, disfruté mucho.
Por mi forma de ser, me habría encajado algo más creativo e incluso Historia del Arte. Aun así, licenciarme en Derecho fue una gran oportunidad que me brindó mi familia y que me llevó derecha a una forma de organizar el aprendizaje que aún hoy mantengo, necesaria para retener esa cantidad de materia teórica, a tener un esquema mental, una forma de redactar y a desarrollar una memoria que, todavía hoy, asusta a muchos jajaja.
¿Tus mejores recuerdos de tu paso por la universidad?
Me cuesta situarme en esa etapa de mi vida. Haciendo memoria, diré que fue una época en la que mi mejor recuerdo es lo bien que lo pasábamos, ¡era muy joven y Granada era una ciudad universitaria llena de personas que venían a estudiar de otras provincias, imagínate! Muchos chicos y chicas de otros lugares de España, un ambiente increíble. Mucha diversidad para lo que era diverso en aquel entonces.
Otro buen recuerdo es que a la vez estudié la carrera de música. Hice 5 años de solfeo y 2 de armonía, total 7 años, quería aprender a tocar el piano, ese sueño, todavía está pendiente. Y el mejor recuerdo, mi amiga Aurelia, con quien conservo la amistad desde hace 32 años pese a la distancia.
¿Y los menos buenos?
Creo que tengo un sistema inmunológico súper potente hacia los malos recuerdos. No tengo recuerdos significativamente malos.
Tu llegada a Madrid fue…
Con 24 años recién cumplidos, llegar a Madrid y a Price Waterhouse, vivir sola, administrar mi sueldo, con compañeros estupendos y algunos desengaños.
La vida, en cierto sentido, era más fácil en Granada, pero me encantaba el anonimato de Madrid. Para bien o para mal, yo era un libro en blanco para los demás, nadie sabía quiénes eran mis padres, quién era mi abuelo, etc. Todo dependía de mí, de la huella que fuese capaz de dejar a nivel personal y profesional por mí misma. Madrid es una ciudad muy exigente pero acoge a todo el que quiera probarse a sí mismo. 32 años después, aquí sigo. Me compensó y me compensa aún todo lo positivo que me aporta Madrid. Las personas que he conocido, las que me han elegido y/o he elegido como amigos, lo que he aprendido de todos y cada uno de los proyectos profesionales de los que he sido parte y la vida familiar que he conseguido crear.
¿Qué principios conservas de tus inicios en la consultoría?
Pienso que los principios esenciales ya los traía puestos. Mis padres nos inculcaron la honradez, la lealtad, la ética y el esfuerzo. Estos he tratado de mantenerlos, como una brújula. Ahora bien, la consultoría me enseñó mucho, por ejemplo, a poner en orden la información: “Datos, Conclusiones y Recomendaciones”, a cuestionarme todo, a no dar nada por válido a la primera, a innovar, a ir por delante para ayudar a los clientes que per se ya eran personas que sabían mucho, a no quedarme solo en lo teórico sino a implicarme en la recomendación práctica, a provocar cambios. Tuve que tirar mucho del valor del esfuerzo, de poner a mi trabajo como prioridad, la conciliación es un concepto relativamente nuevo. En esa etapa, adquirí también la miopía, solo la visual, creo jajaja.
Otro principio que aprendí fue el de BLV, “Búscate La Vida”. Ese principio me ha ayudado mucho, lo digo en serio.
¿Qué significa ser consultora en un mundo de consultores?
Crecí con 3 hermanos varones, no tengo hermanas, así que era un entorno habitual, nada me extrañaba. Al principio sobre todo, era la única consultora o directiva entre un grupo de hombres, sabía lo que se esperaba de mí. En ese momento era “ser uno más”. Fui una más, pero sabía que estaba de una forma u otra siendo inconscientemente puesta a prueba todo el tiempo.
Nunca he olvidado que soy una mujer y esa impronta, en la forma de ver las cosas y en la imagen, la he mantenido siempre pese a la presión por rebajar el nivel de femineidad. Realmente, el ser mujer entre hombres es un asunto al que nunca he prestado atención, me he centrado en hacer las cosas lo mejor que he podido. Por supuesto que he vivido situaciones personales y profesionales muy complicadas con las que ahora nos llevaríamos las manos a la cabeza. Pero mi lema vital, heredado de mi padre, Primum vivere deinde philosophari, hizo que mi energía la pusiera siempre en lo que quería conseguir y/o mantener, que era un trabajo y un futuro para ser siempre independiente.
Tienes dos hijas maravillosas, pero… ¿a qué has tenido que renunciar?
Elegir es renunciar. Prefiero empezar por lo que elegí. Elegí mantener el ritmo con horarios eternos, elegí los viajes, elegí asumir cada vez más responsabilidades profesionales, elegí desafiarme, elegí la independencia.
Siempre digo, la independencia sale muy cara pero, para mí, no tiene precio. A partir de ahí se hace evidente a lo que renuncié, pero no lo voy a relatar porque podría sonar a drama. Y no lo fue, porque eso nos permitió vivir como yo quería que viviesen mis hijas. Ahora, porque son dos mujeres estupendas, estamos muy unidas, son luchadoras, son buenas personas y son independientes, también en su carácter. Son las que me pusieron y me ponen los pies en la tierra. Ser madre me ayudó, aparte de a descubrir lo que era el amor puro e incondicional, a darme un pragmatismo increíble.
De tu paso por las diferentes empresas, ¿qué es lo que más valoras?
Las oportunidades que me dieron, que siempre agradeceré, el aprendizaje y la resiliencia. Valoro lo que he visto de admirable y lo que he visto que no lo es. Valoro la posibilidad de trabajar codo con codo con muchos y diferentes tipos de clientes, con muchos tipos de compañeros, de jefes y de sectores tan diferentes que hacían que se despertara inmediatamente mi curiosidad por las claves de cada negocio y con todo ello y casi sin darte cuenta me he sentido “como pez en el agua” en cualquier contexto.
¿Cómo y por qué decides emprender tu aventura empresarial?
“Ya es hora”, eso es lo que pensé en el 2008, cuando tenía 44 años, llevaba 20 trabajando, 7 años divorciada, dos hijas y toda mi familia en Granada. Siempre he pensado que el foco estaba en el Cliente con mayúscula, en las soluciones que les podía aportar y lo que podía aprender de ellos. Lo siento, no soy nada política y en las organizaciones es algo muy valorable, pero para eso hay que nacer o aprender a hacerlo, y yo no valgo. A mí me parecía un desgaste innecesario de tiempo y de energía. La frase de “como un elefante en una cacharrería” se me ajustaba mucho. Así que, pese a todos los consejos que me dieron en contra por todas las circunstancias que ya he mencionado, decidí emprender.
Paloma Fernández Frial y yo, creamos JustTalent hace 12 años, anduvimos juntas 2 años y seguimos siendo muy buenas amigas.
¿Siempre has sentido la necesidad de volar con tus propias alas?
Creo que he sido un rara avis. Siempre he tenido esa tendencia a querer despegar, personal y profesionalmente. Y digo rara avis porque no hacía lo que los demás esperaban de mí. He huído siempre del patrón a no ser que el patrón se ajustara a mí, pero nunca me he considerado ni especial ni diferente. Mi diálogo interno es sencillo pero determinante, si algo no me gusta, hago todo lo que puedo por cambiarlo, espero y, si sigue sin gustarme, no me conformo ni nunca me he conformado. Esto no ha sido muy popular ni entendido. Y cuando he volado, mis alas no eran las más fuertes ni las más largas ni las más bonitas, pero eran las mías y las tenía.
Cada día hay más personas que deciden emprender y crear su propia empresa. ¿Crees que son conscientes o más bien inconscientes de lo que les espera?
Jajaja, muy buena la pregunta. Creo que son conscientes de que quieren algo más, algo diferente, que son capaces y que saben y sienten que lo son.
Pienso que son valientes y que si han llegado a ese punto es que algo se les ha movido por dentro ya que no nos educan para ello. También son inconscientes y es normal, ¿cómo pueden saber lo que viene después? ¿Acaso al tener hijos lo sabemos? ¿O al iniciar una relación? Y, aún así, los tenemos y/o nos enamoramos. Si todo en la vida fuesen certezas y control, qué vida tan aburrida sería. Para emprender es conveniente estar preparados y atentos, siempre alerta, no acomodarse, saber vivir con la incertidumbre y los altibajos. Estas variables son una constante, y para eso, también hay que valer. Yo los animo a ser conscientes en su inconsciencia con expectativas ambiciosas y a la vez realistas.
Hoy con Google Maps somos capaces de llegar a todos los destinos, pero… ¿a dónde nos conducen los mapas del talento?
Al destino que un Comité de Dirección quiera llegar en compañía de sus equipos. En JustTalent desarrollamos un Mapa de Talento, que fuerza primero a fijar un destino, ¿cómo vamos a llegar donde queremos si no sabemos a dónde queremos ir? ¿Te imaginas poner en Google Maps “llévame a…” y ponemos “ni idea”. Pues la aplicación diría… “¿adónde?”
Cuando nos dicen que necesitan evaluar el talento de nuestros equipos, la primera pregunta que hacemos es “¿qué es para ti talento acorde con tu destino estratégico?” Sin ese destino claro, ¿cómo podríamos llegar a él?
Esta es la parte más diferenciadora de MapTalent y las más compleja. Luego el camino es más fácil, ya sabes qué camino seguir. Por supuesto, lo más importante es hacer algo con la información que, siguiendo el símil, sería como echar gasolina o comprar un billete. Nosotros lo hacemos a través de un diagnóstico 360º y acciones de desarrollo, formación, promoción, definición de expectativas, coaching, etc. que se derivan del mismo.
Cuando llegas a una encrucijada en tu vida profesional y/o personal, ¿en qué te basas para elegir el camino?
Los caminos los he elegido en función de mis necesidades y preguntándome “¿a costa de qué?” No a cualquier precio, aunque sea muy golosa la alternativa. Cuando me he encontrado con diferentes caminos a elegir, la decisión ha sido relativamente fácil en lo profesional. En lo personal me ha costado un poco más. Mis preguntas son: para mí, ¿es esto honrado? ¿Es ético? ¿Estoy dañando a alguien innecesariamente? ¿Me daño a mí misma? Y, en caso de grandes dudas, la reflexión es, ¿qué hubiese hecho mi padre?
¿Has tenido tentaciones de volver la vista atrás y desandar lo andado?
No suelo mirar mucho hacia atrás, para bien o para mal. Solo cuando me piden que explique el porqué de algo y me descubro dando explicaciones innecesarias para justificarme. Mi vida es el fruto de mis decisiones. Como decía Pablo Neruda y un amigo me lo recordó hace años, “confieso que he vivido” y no desandaría lo andado, he tenido la vida que elegí tener. Si tuviera una varita mágica daría marcha atrás en el tiempo solo para seguir disfrutando de la compañía de mis padres, soñando con que mi madre no hubiese enfermado o mi padre no hubiese fallecido.
¿Dejamos volar suficientemente la imaginación?
Conozco a muchas personas que sí lo hacen, muchas. Me encanta estar cerca de ellas porque nos inspiramos mutuamente. Juntos o por separado dibujamos un escenario futuro, que no existe. Dado mi pragmatismo, lo que más valoro es ver que no solo se imagina sino que tomamos la decisión y lo aterrizamos en una realidad. Desde mi punto de vista, solo con imaginación se puede conseguir un futuro mejor. En mi caso la imaginación la dejo volar tanto a nivel personal como profesional.
Los que me conocen bien saben a lo que me refiero…. Me gustan las personas así porque son los que cambian las cosas, sobre todo su propia vida si no les gusta.
En tu mapa del talento… ¿a quién te gustaría descubrir?
El mapa de talento de mi vida me ha permitido descubrir al mejor hombre con el que quiero compartir cada día: John. He descubierto una familia nueva en Escocia, descubro cada día a mis hijas, a mis fantásticos hermanos y cuñadas, a las personas que considero mis amigos del alma. Todos ellos tienen muchos y diferentes talentos para vivir con generosidad y alegría.
Lo que me queda aún por descubrir es algo más sobre mí misma, sobre lo que soy, lo que hago y lo que puedo llegar a ser o hacer.
¿A qué lugar te gustaría llegar?
La verdad es que siento que he llegado al lugar al que quería llegar. Miro a mi alrededor y pienso, ¡qué afortunada soy! Pero, si dejo volar la imaginación, quiero hacer realidad, no a veces, sino cada día, mi propósito personal. Lo terminé de concretar no hace mucho tiempo: “Ser una diferencia positiva en los demás, transformando la vida de personas y organizaciones, siempre, de acuerdo con mis valores”.
Entrevista realizada por Ulises Comunicación
“Esperamos tanto que los demás sean como nosotros deseamos, que nos volvemos incapaces de aceptarlos como realmente son. Por tanto, no son las personas las que nos decepcionan, son las expectativas que tenemos de ellas, las verdaderas causantes de nuestra desilusión.”
Alejandro Santafé
¿Alguna vez has oído, dicho o pensado…” Esta persona me ha decepcionado”?
¿Cómo te sientes cuando alguien te defrauda? ¿y cuándo tú has defraudado a otro?
Viendo la frecuencia con la que me ocurre a mi o a los demás, me surgen algunas preguntas.
La expectativa suele basarse en algo que esperas. Si una persona siempre ha hecho algo, ¿espero que lo vuelva hacer? Si ante cierto estímulo suele reaccionar de una manera concreta, ¿por qué esta vez va a ser diferente?
Yo creo que en el ámbito de los consumidores la expectativa sobre un servicio o un producto se basa principalmente en la imagen de marca, en las experiencias previas propias o de terceros y en el precio.
La esperanza en cuanto a la calidad de producto y servicio es diferente cuando entramos en un restaurante de dos estrellas Michelin que cuando vamos a un bar de carretera cualquiera. ¿Nos pasa a todos?
¿Ocurre lo mismo en el plano personal? ¿Generamosuna expectativa o una esperanza irracional sobre lo que vamos a recibir o dar en base a experiencias previas, apariencia o aspectos culturales?
¿Basamos nuestra expectativa sobre una persona en su imagen, en lo que dice, hace o en lo que tiene? ¿Y en lo que no dice, no hace o no tiene?
¿Si una persona tiene un buen coche, una gran casa y un gran empleo, espero una actitud y unespíritu de triunfador? Si una persona alguna vez ha dicho algo que nos parecía una tontería, ¿esperamos que sólo diga tonterías? ¿o todo lo que dice nos lo parece? Si se comporta de una manera determinada, ¿pensamos que siempre se va a comportar así?
Y luego vienen las sorpresas, ¿en qué sentido? ¿Te quedas extrañado cuando hacen, dicen o demuestran algo diferente?
¿Esa sorpresa es positiva o negativa? Es decir, eso que no esperábamos ¿nos alegra?, ¿o nos defrauda?
¿Esta expectativase ve superada cuando recibimos más de lo que subjetivamente esperábamos?, ¿noscrea esto una nueva expectativa para el futuro?, ¿nosdeja de sorprender si se repite varias veces? ¿Se convierte entonces en “lo normal” y lo esperado?
¿Cómo podemos vivir cumpliendo siempre, en cualquier circunstancia, y a pesar de todo, con las expectativas que tienen los demás sobre nosotros? Y si no lo hacemos, ¿qué pasa? ¿nos castigan? ¿nos castigamos? Para qué, ¿para conseguir que lo hagamos o para sentirnos culpables?
¿Pensamos que estas expectativas, las nuestras y las de los demás, están basadas en una lógica aplastante? Sin embargo, yo creo que se basa más en sesgos de nuestra mente que en una realidad y son estos sesgos los quecondicionan nuestra forma de ver y vivir en el mundo.
Pero… ¿qué pasa cuando nuestra expectativa se ve defraudada?
En este caso lo veo algo más complicado, ¿nuestra reacción es, a veces,de enfado o incluso de ira?, ¿tendemos a culpar al que nos ha decepcionado?
Y me pregunto, ¿acaso explicamosclaramente lo que esperamos? ¿o nos tienen que leer la mente?
Esa decepción, ¿seconvierte en una ruptura de confianza, de credibilidad omuchas veces de la propia relación?
¿El equilibriono estaría en saber analizar en base a qué me creé esa expectativa?, ¿si se definió o consensuó en algún momento? y ¿qué razones puede haber detrás de ese comportamiento?
¿No sería el respeto la palabra clave?, el respeto a las acciones y decisiones de los demás aunque no sigan su patrón.
Si siempre me coge el teléfono, ¿qué pasa que no me lo coge?, ¿por qué no me ha respondido a este mensaje?, ¿nos paramos a pensar si es que no puede, está concentrado/a en otra cosa o simplemente no le apetece hablar? ¿por qué si sabe que necesito esto o aquello, no lo hace?
Existe una demanda constante de cumplir las expectativas de otros ¿no os parece? Pienso que muchas veces nos dejamos la vida cumpliéndolas por miedo a que dejen de aceptarnos o querernos.
Si finalmente siempre las cumples, sin posibilidad de réplica ¿dónde queda tu identidad, tu autoestima y el respeto a ti mismo? Es tu identidad un espejo de las expectativas de los demás?
Si una persona ordena y la otra siempre lo acepta, ¿qué pasa cuando no lo hace?
¿Estarán estas situaciones reclamando un diálogo franco y honesto con los demás? ¿y con nosotros mismos?
Ahí surge el gran misterio, la comunicación ¿no se basa todo en esta palabra ya tan “usada sin sentido”? La comunicación auténtica basada en un interés genuino y real por lo que piensa, siente o cree otra persona. En definitiva, en el concepto básico del respeto.
¿Por qué nos sigue pareciendo todo esto una utopía en la era de la inteligencia emocional,donde el diálogo y la empatía es algo que ya sabemos es imprescindible para tener una convivencia civilizada? ¿Cuánto hemos evolucionado en este sentido?
Y a medida que continuemos viviendo en un contexto en el que estamos físicamente distanciados, ¿cómo nos aseguramos de que la conexión social/emocional no se dañe/rompa debido al distanciamiento “expectacional”?
María Sánchez Galdó
“We so much hope that others are as we desire, that we become unable to accept them as they really are. Therefore, it is not the people who disappoint us, it is the expectations we have of them, the true cause of our disappointment ”
Alejandro Santafé
Have you ever heard, said or thought … «This person has disappointed me»?
How do you feel when someone lets you down? And when have you disappointed someone else?
Seeing the frequency with which it happens to me or to others, some questions arise.
Expectation is usually based on something you expect. If a person has always done something, do I expect them to do it again? If you usually react in a certain way to a certain stimulus, why is it going to be different this time?
I believe that in the field of consumers the expectation about a service or a product is based mainly on the brand image, on previous experiences of themselves or third parties and on price.
Expectation when it comes to product and service quality is different when we enter a two-star Michelin restaurant than when we go to any roadside bar. It happens to all of us?
Does the same happen on a personal level? Do we generate an irrational expectation or hope about what we are going to receiveor give based on previous experiences, appearance or cultural aspects?
Do we base our expectation of a person on their image, what they say, do, or what they have? And in what they do not say not, do not do or do not have?
If a person has a good car, a great house, and a great job, do I expect a certain attitude and a winning spirit? If a person has once said something that seemed silly to us, do we expect them to only speak nonsense? Or does everything you say seem so? If they behave in a certain way, do we think that they will always behave like this?And then the surprises come. Are you surprised when they do, say or demonstrate something different?
Is the surprise positive or negative?
Is this expectation exceeded when we receive more than we subjectively expected? Does this create a new expectation for the future? Does it stop surprising us if it is repeated several times? Does it then become “normal” and what is expected?
How can we live always fulfilling, in every circumstance, and despite everything, with the expectations that others have about us? And if we don’t, what happens? We Punish ourselves / they punish us? What for, to get us to do it or to make us feel guilty?
Do we think that these expectations, ours and those of others, are based on overwhelming logic? However, I believe that it is based more on biases of our mind than on a reality and it is these biases that condition our way of seeing and living in the world.
But … what happens when our expectation is disappointed?
In this case I see it somewhat more complicated, is our reaction sometimes disappointment or even anger? Do we tend to blame the one who has disappointed us?
And I wonder, do we clearly explain what we expect? Or do they have to read our minds?
Does that disappointment turn into a breach of trust, credibility, or many times damage the relationship itself?
Could the inner balance be achieved by analyzing why I created this expectation?, was the expectation agreed upfront?, what reasons are behind these behaviours?
Would not respect be the key word? Respect for the actions and decisions of others even if they do not follow their pattern.
If he/she always picks up the phone, what happens that he/she doesn’t pick it up? Why haven’t they answered this message? Do we stop to think if they can’t, are they focused on something else, or just doesn’t feel like talking… Why if you know I need this or that, you don’t?
There is a constant demand to meet the expectations of others, don’t you think? I think that many times we live our lives fulfilling them for fear that they stop accepting or loving us.
If you finally always fulfill them, with no possibility of replication, where is your identity, your self-esteem and self-respect? Is your identity a mirror of their expectation?
If one person orders and the other always accepts it, what happens when he doesn’t?
Are these situations demanding a frank and honest dialogue with others? And with ourselves?
Thus the great mystery arises, the communication, is not based everything on this word already so «used without sense»? Authentic communication based on a genuine and real interest in what another person thinks, feels, or believes. In short, in the basic concept of respect.
Why does all this still seem like a utopia in the era of emotional intelligence, where dialogue and empathy is something that we already know is essential to have a civilized coexistence? How much have we evolved in this regard?
And as we continue to live in a context where we are physically distanced, how do we ensure that the social / emotional connection is not damaged / broken due to «expectational» distancing?
El éxito más allá del éxito
Anoche estaba hablando con mi hija, 20 años, estudiante universitaria, época de exámenes, época de nervios y época de inseguridad sobre los resultados.
Este hecho tan simple y tan cotidiano, me trajo a la mente lo que vivimos en el mundo de las organizaciones, el estrés y la ansiedad que provoca el conseguir los resultados que nos marcan o marcamos a otros y, como me decía mi hija, el sentimiento de que si no se consiguen, “habremos fracasado”.
Entiendo y comprendo muy bien lo que quiere decir, pero yo, como madre, y observando de forma objetiva a mi hija veo que está actuando con esfuerzo, dedicación, planificación y sacrificio y me duele ver, que para ella, un 4.9 o un 5.1 marquen la diferencia entre estar tranquila o sentirse un fracaso.
Y eso me ha hecho pensar, ¿qué significado le damos al éxito y al fracaso? y qué implicaciones tiene en nuestras vidas.
Si el significado lo asociamos únicamente a conseguir un resultado, en el caso de que no lo consigamos, estamos poniendo en juego nuestra estabilidad emocional, nuestro concepto de nosotros mismos, nuestra autoestima.
Y …. si no lo asociamos a la consecución del resultado y nos “conformamos” con haberlo intentado, ¿no caeríamos en la mediocridad y en la incapacidad para conseguir los retos y desafíos que nos proponemos? ¿No nos traería ese conformismo un estancamiento en todos los sentidos? ¡Qué dilema!
Fred Koffman en su enfoque sobre Empresa y Liderazgo Consciente (Cómo generar valor económico a través de valores éticos) trabaja con el principio del “éxito más allá del éxito”, y es un enfoque que nos puede acercar a resolverlo.
Para entender qué significa el éxito más allá del éxito nos aproximamos al significado de la palabra integridad. La integridad significa vivir y actuar de acuerdo a valores y eso es lo que nos sostiene ante los reveses personales y profesionales que nos trae la vida.
Reflexionemos un momento, si todas las variables que depende de mi, las considero y actúo con total responsabilidad sobre ellas, eso ¿implicaría de forma automática que voy a conseguir los resultados esperados? ¿no ocurre que en algunos casos y pese a ello, no lo consigo?
Lo que puede garantizar en ese caso nuestra estabilidad emocional y la sensación de paz es el hecho de haber actuado con total responsabilidad y con integridad de forma consciente.
Volviendo al tema de mi hija, tras nuestra conversación, se fue a dormir sabiendo que lo que va a ayudarla a sentirse en paz consigo misma ahora y en el futuro es dar siempre lo mejor de ella actuando de forma coherente e incondicional con sus valores.
Y para esclarecer un poco más el dilema, pienso que para evitar la mediocridad tanto en los resultados como en la forma de conseguirlos, la palabra clave es la Excelencia, si la aplicamos de forma individual y en colaboración con los demás, nos garantizará, en la mayoría de las ocasiones, el conseguir nuestros objetivos y metas.
Lo que para mí está claro es que el éxito sin excelencia no es sostenible y nos lleva a un callejón sin salida ético.
Por qué…¿de qué les serviría a nuestro hijos, a su futuro como profesionales, a la familia que formen y a la sociedad en la que viven, que llegaran a pensar que éxito es sacar un 8 aunque sea, por ejemplo, copiando?
Autor: María Sánchez Galdó
No les descubro nada afirmando que la retención del talento es uno de los problemas recurrentes de las empresas europeas y, por supuesto, de las españolas.
Christopher Dottie, director general de Hays en España, declaraba antes del verano que “[…] De hecho, hemos detectado que hay más miedo entre las compañías a perder el talento, o a que sus mejores empleados se vayan a la competencia…” y lo cuantificaba diciendo que el “40% de las empresas teme una fuga de talento”.
¿Y qué hacen la mayoría de las compañías para afrontar este reto?
Sin entrar en grandes análisis, las principales medidas defensivas comúnmente aplicadas pasan por una secuencia bastante simple:
1.- Identificar, mediante herramientas tecnológicas de última generación y aplicando sofisticados modelos para la gestión de personas (preguntando a los mandos intermedios, por ejemplo, o tomando los datos de la evaluación del desempeño), a las personas “intocables”, agrupándolas bajo nombres de lo más “cool” (pool de talento, top perfomers, potential leaders, high potential, etc.).
2.- Calibrar las variables que ayuden a comparar y ordenar el talento de las personas incluidas en estas listas en función de las necesidades y características de la industria y del sector (actividad, nivel, expectativas, etc.).
3.- Blindarlas, en función de su calibración y de la disponibilidad de recursos (presupuesto). Esto suele materializarse en planes de formación, involucración en proyectos atractivos, asignaciones internacionales, revisión de condiciones (salario, bonus, beneficios, etc.) y promoción.
El sistema es relativamente sencillo, adaptable (a corto plazo) y se puede manejar con un par de ficheros Excel. ¿Qué más se puede pedir?
Pues quizá, si me permiten opinar, se podría pedir una gestión del talento interno enfocada en el medio / largo plazo y menos dependiente de las personas individuales.
Un esfuerzo por crear un “ecosistema” en el que el talento pueda germinar, multiplicarse y desarrollarse, y en el que las bajas naturales no supongan una pérdida de ritmo o de potencia para la maquinaria empresarial, ni requieran un sistema “específico” de mantenimiento.
De forma muy sintética, podría, por ejemplo:
Y todo esto apoyado en una tecnología que posibilita pasar de los datos al conocimiento, adelantarnos a los hechos y predecir los factores de éxito. La transformación digital no es simplemente un cambio de herramientas. Es considerar la empresa como un organismo abierto, adaptativo, flexible en su composición y colaborativo hacia dentro y hacia afuera.
ÁNGEL LUIS GILSANZ PALANCAR
Si tuviésemos un termómetro que midiera la ilusión de tus equipos y la tuya propia, ¿qué temperatura tendría?
Si dedicas unos segundos a reflexionar sobre cómo estás viviendo la situación actual, te será fácil concluir qué están sintiendo los profesionales de tu organización.
Hoy más que nunca, existe una lucha interna entre convivir con la incertidumbre y el hecho de mantener una perspectiva optimista y positiva.
Nos rodean personas que lo viven como un reto y personas que se instalan en el desánimo.
Y es ahí, donde pienso que los directivos juegan un papel definitivo a la hora de crear un entorno que favorezca una actitud, u otra, en sus profesionales.
Las empresas luchan por alcanzar éxito conjugando la implantación de políticas de austeridad con nuevas estrategias de negocio. ¿No es cierto que para conseguirlo se necesita la Aportación de Valor Constante de sus profesionales?
Es indudable que las empresas necesitan a sus equipos, equipos que trabajen con ellas y no frente a ellas, que ayuden con su creatividad, innovación y su diario esfuerzo a que la organización logre sus metas.
Y para ello es importante que en el profesional perviva la ilusión, mantener niveles elevados de compromiso y productividad. Y ésta es una misión altamente compleja.
Siempre ha sido tarea complicada el ejercicio de un liderazgo, pero ahora se hace más complejo que nunca ya que tratamos con equipos que, como nosotros, viven un presente y un futuro incierto.
¿Hasta qué punto estamos preparados para afrontarlo, dando la importancia que tiene actualmente el ejercer un liderazgo innovador que lo permita?
Las personas necesitan certezas y aunque no podemos darlas de forma absoluta sí aportar la tranquilidad que requieren para renovar su entusiasmo por el proyecto de empresa.
Revisemos cómo estamos trasladando Valores como:
La Confianza en que se cuenta con las personas para conseguir las metas de la empresa.
La Coherencia entre los mensajes y las actuaciones por parte de todos.
La Transparencia sobre cómo se espera construir futuro.
Las personas poseen una natural tendencia a querer creer en un proyecto profesional, a buscar un verdadero sentido a su esfuerzo, a comprometerse con un equipo, con un logro.
La meta de todo directivo…. crear un entorno donde las personas encuentren sentido a su aportación.
Algunas claves …
– Estrategia definida y comunicada
– Compromiso Estratégico de los directivos hacia la transformación para conseguir transformación colectiva.
– Comunicación interna clara y constante sobre expectativas recíprocas
Porque….si las personas son el vehículo para obtener nuestro éxito empresarial, ¿qué tipo de ruta no los incluiría entre sus prioridades?
Es el momento de reflexionar sobre si nuestros modelos de gestión favorecen la ilusión o la desilusión, si apostamos por garantizar un futuro construido entre todos.
Estos años nos están dando a todos un gran lección, la clave de nuestro futuro está en lo que cada uno y todos aprendamos de ello.
He aprendido que el motor que nos impulsa a reaccionar positivamente es una renovada ilusión que se sustenta en la Confianza y el Compromiso con uno mismo y con los demás.
¿Piensas que a veces no te estás centrando en lo importante? ¿Haces muchas cosas pero al final del día te preguntas si realmente has hecho algo valioso? ¿Estás agotado, no paras y te sientes insatisfech@?
Vivimos en la época de la acción rápida, mejor dicho en la época de la distracción, nos movemos con agendas imposibles, manejamos interminables listados de “cosas por hacer”, corriendo siempre, con prisa…. pensamos debo cumplir mis objetivos y llevar una vida sana, ser buena pareja, buen padre/madre, buen amigo/a….qué barbaridad!
Permitimos que la vida pase por delante de nosotros sin “atrapar” ningún momento. Tenemos tantas “distracciones” que nos generan la sensación de no llegar a todo y pasan los días sin apenas darnos cuenta.
La clave está en el Foco, es muy simple.
Lo expresa muy bien Thich Nach Hanh “Sonríe, respira y vive lentamente”
La habilidad para centrarnos nos permite poner nuestra atención en menos cosas, en las esenciales, en las que más importan en cada momento.
Cambiamos nuestra forma de relacionarnos con el mundo centrándonos en pequeñas cosas, una cada vez.
Consiste en un cambio de hábito, pequeños cambios que cambian tu vida.
Esto nos obliga a seleccionar, a elegir pero ¡ojo! nos encontraremos con muchos frenos, las distracciones competirán por nuestra atención, querrán tomar el control de tu vida, las personas se sentirán ofendidas ya que esperan que siempre estemos disponibles y conectados.
Simplifica: Reduce distracciones, la atención NO se puede dividir, por tanto es importante poner el foco de toda tu atención en lo que estás haciendo en cada momento, si así lo decides.
¿Vas a hacer un informe, una presentación, una propuesta? Fuera teléfono, fuera mail, fuera navegación por internet, reuniones, …… fuera la adicción a la distracción que nos aleja de nuestro foco en cada momento.
Nos re-educamos y re-educamos, es un proceso, sólo se trata de empezar a controlar tú las expectativas que generas en los demás.
Haz una prueba, cuando estás tranquilo/a, leyendo un libro, por ejemplo, cuántas distracciones has tenido? Personas reclamando tu atención, la televisión puesta, un mensaje en el móvil, un correo que entra….
Desconecta: Necesitamos desconectar, descansar, darnos tiempo para nosotros, quietud y soledad para leer, escribir, correr, escuchar música, pintar, charlar tranquilamente con un amigo/a, lo que te guste o simplemente, no hacer nada.
Como decía Pablo Picasso: “Sin gran soledad ningún trabajo serio sería posible”.
Vive lentamente: Haz las cosas despacio, simplemente pruébalo, te animo a hacerlo. Intenta un día conducir despacio, sólo conduciendo, prueba a andar despacio, sólo andando, y observando lo que te rodea, cocinar despacio, ducharte despacio, y disfruta ese momento.
La atención y el foco en lo que hacemos, gestionando adecuadamente las distracciones, y dándonos el espacio que necesitamos pueden cambiar nuestra vida, hacernos más productivos, y sobre todo….. ser más felices, porque de eso se trata, o ¿no?
Autor: María Sánchez Galdó
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