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“Esperamos tanto que los demás sean como nosotros deseamos, que nos volvemos incapaces de aceptarlos como realmente son. Por tanto, no son las personas las que nos decepcionan, son las expectativas que tenemos de ellas, las verdaderas causantes de nuestra desilusión.”

Alejandro Santafé

¿Alguna vez has oído, dicho o pensado…” Esta persona me ha decepcionado”?

¿Cómo te sientes cuando alguien te defrauda? ¿y cuándo tú has defraudado a otro?

Viendo la frecuencia con la que me ocurre a mi o a los demás, me surgen algunas preguntas.

La expectativa suele basarse en algo que esperas. Si una persona siempre ha hecho algo, ¿espero que lo vuelva hacer? Si ante cierto estímulo suele reaccionar de una manera concreta, ¿por qué esta vez va a ser diferente?

Yo creo que en el ámbito de los consumidores la expectativa sobre un servicio o un producto se basa principalmente en la imagen de marca, en las experiencias previas propias o de terceros y en el precio.

La esperanza en cuanto a la calidad de producto y servicio es diferente cuando entramos en un restaurante de dos estrellas Michelin que cuando vamos a un bar de carretera cualquiera. ¿Nos pasa a todos?

¿Ocurre lo mismo en el plano personal? ¿Generamosuna expectativa o una esperanza irracional sobre lo que vamos a recibir o dar en base a experiencias previas, apariencia o aspectos culturales?

¿Basamos nuestra expectativa sobre una persona en su imagen, en lo que dice, hace o en lo que tiene? ¿Y en lo que no dice, no hace o no tiene?

¿Si una persona tiene un buen coche, una gran casa y un gran empleo, espero una actitud y unespíritu de triunfador? Si una persona alguna vez ha dicho algo que nos parecía una tontería, ¿esperamos que sólo diga tonterías? ¿o todo lo que dice nos lo parece? Si se comporta de una manera determinada, ¿pensamos que siempre se va a comportar así?

Y luego vienen las sorpresas, ¿en qué sentido? ¿Te quedas extrañado cuando hacen, dicen o demuestran algo diferente?

¿Esa sorpresa es positiva o negativa? Es decir, eso que no esperábamos ¿nos alegra?, ¿o nos defrauda?

¿Esta expectativase ve superada cuando recibimos más de lo que subjetivamente esperábamos?, ¿noscrea esto una nueva expectativa para el futuro?, ¿nosdeja de sorprender si se repite varias veces? ¿Se convierte entonces en “lo normal” y lo esperado?

¿Cómo podemos vivir cumpliendo siempre, en cualquier circunstancia, y a pesar de todo, con las expectativas que tienen los demás sobre nosotros?  Y si no lo hacemos, ¿qué pasa? ¿nos castigan? ¿nos castigamos? Para qué, ¿para conseguir que lo hagamos o para sentirnos culpables?

¿Pensamos que estas expectativas, las nuestras y las de los demás, están basadas en una lógica aplastante? Sin embargo, yo creo que se basa más en sesgos de nuestra mente que en una realidad y son estos sesgos los quecondicionan nuestra forma de ver y vivir en el mundo.

Pero… ¿qué pasa cuando nuestra expectativa se ve defraudada?

En este caso lo veo algo más complicado, ¿nuestra reacción es, a veces,de enfado o incluso de ira?, ¿tendemos a culpar al que nos ha decepcionado?

Y me pregunto, ¿acaso explicamosclaramente lo que esperamos? ¿o nos tienen que leer la mente?

Esa decepción, ¿seconvierte en una ruptura de confianza, de credibilidad omuchas veces de la propia relación?

¿El equilibriono estaría en saber analizar en base a qué me creé esa expectativa?, ¿si se definió o consensuó en algún momento? y ¿qué razones puede haber detrás de ese comportamiento?

¿No sería el respeto la palabra clave?, el respeto a las acciones y decisiones de los demás aunque no sigan su patrón.

Si siempre me coge el teléfono, ¿qué pasa que no me lo coge?, ¿por qué no me ha respondido a este mensaje?, ¿nos paramos a pensar si es que no puede, está concentrado/a en otra cosa o simplemente no le apetece hablar? ¿por qué si sabe que necesito esto o aquello, no lo hace?

Existe una demanda constante de cumplir las expectativas de otros ¿no os parece? Pienso que muchas veces nos dejamos la vida cumpliéndolas por miedo a que dejen de aceptarnos o querernos.

Si finalmente siempre las cumples, sin posibilidad de réplica ¿dónde queda tu identidad, tu autoestima y el respeto a ti mismo? Es tu identidad un espejo de las expectativas de los demás?

Si una persona ordena y la otra siempre lo acepta, ¿qué pasa cuando no lo hace?

¿Estarán estas situaciones reclamando un diálogo franco y honesto con los demás? ¿y con nosotros mismos?

Ahí surge el gran misterio, la comunicación ¿no se basa todo en esta palabra ya tan “usada sin sentido”? La comunicación auténtica basada en un interés genuino y real por lo que piensa, siente o cree otra persona. En definitiva, en el concepto básico del respeto.

¿Por qué nos sigue pareciendo todo esto una utopía en la era de la inteligencia emocional,donde el diálogo y la empatía es algo que ya sabemos es imprescindible para tener una convivencia civilizada? ¿Cuánto hemos evolucionado en este sentido?

Y a medida que continuemos viviendo en un contexto en el que estamos físicamente distanciados, ¿cómo nos aseguramos de que la conexión social/emocional no se dañe/rompa debido al distanciamiento “expectacional”?

María Sánchez Galdó

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